Son varios los profesionales que en sus hogares poseen magníficas bibliotecas y eso está bien, pero muy pocos aquellos que aparte de una hermosa biblioteca poseen, además, un jardín.

Ahora bien, antes de pasar a la explicación de la cita ciceroniana, es menester ubicarnos en el contexto. En la época de Cicerón, el jardín significaba para los romanos un espacio reservado de tierra para cultivar una hortaliza, entre las que se incluían, además, hierbas medicinales. Para ellos, el jardín representaba el sustento de la vida.

Si relacionamos lo que es un jardín y una biblioteca, podemos deducir que ambas tienen que ver con el «cultivo», pues mientras en un jardín se pueden «cultivar» plantas como sustento de vida, en una biblioteca se «cultiva» el conocimiento como sustento de la formación cultural. Además, agregamos que la palabra latina «cultura» significa en español «cultura», «agricultura» que a su vez proviene de «cultus» (cultivado, cuidadoso), que deriva de la voz «colo», «colere», que posee varios significados que van desde «habitar», «cultivar», «proteger», «honrar con adoración», «cuidado del campo o del ganado», entre otros.

Si combinamos las dos palabras y buscamos el punto de común en ellas, se sostiene que un jardín ofrece paz mental, contacto con la naturaleza y por lo tanto, una salud mental beneficiosa; por su parte, los libros ofrecen conocimiento, cultura, educación y desarrollan el pensamiento crítico, pues las diferentes obras literarias y otros textos ayudan a desarrollar el hábito de lectura que en estas épocas, al menos en el Perú, está por los suelos.

Un buen jardín en casa y una biblioteca deberían ser espacios indispensables en una casa, al menos uno de ellos (si en caso no se puede poseer los dos), puesto que si no se pueden cultivar plantas en un jardín, al menos cultivemos el conocimiento gracias a los libros.

Que el pensamiento de Cicerón nos ayude a reflexionar en eso.


Escrito por David Misari Torpoco
16 de julio de 2023